Este mes pongo punto y final a una de las experiencias más especiales de mi vida.
Después de graduarme en 2024 me esperaban meses de confiar en una plaza de maestra en el sector público. Con un poco de tiempo y suerte, a medio curso me ofrecieron una tutoría larga hasta final de año. He tenido la fortuna de haber estado acompañada de un equipo docente comprometido y de unos alumnos con muchas ganas de aprender y crecer.
Unos días atrás compartía en el blog algunas de las dificultades con las que me he encontrado, dando mucho peso a la carga de trabajo y el estrés. La realidad es que, siendo muy consciente de la suerte que he tenido, este inicio de camino ha sido intenso. He vivido momentos duros que me han hecho cuestionar aspectos del sistema educativo, de la sociedad, de mí misma y de mi futuro profesional.
Escribo este texto pensando con quienes me siguen detrás y empiezan a hacer de maestros, para darnos una visión real ya la vez esperanzadora, porque puede ser un proceso solitario y temido. Ya de entrada es todo un mundo entender cómo funciona la bolsa de trabajo, los documentos a presentar y los trámites a realizar. Un primer consejo: calma, ve paso a paso y, si lo necesitas, pregunta las dudas a compañeros de la universidad oa maestros en activo (por ejemplo, aquella maestra de las prácticas con las que conectaste de una manera especial).
Más allá de eso, pienso en mí y en personas que tienen ganas de hacer bien las cosas, que son sensibles y ven la realidad de las escuelas. Personas con interés, con una filosofía clara por poner a prueba. Escribo porqué la información y experiencias compartidas nos acercan y nos hacen sentir menos solos, más comprendidos y más seguros.
¿Qué le diría a una maestra novato?
Si comienzas ahora tu camino a la escuela, estas palabras son para ti. No hay manual único, pero sí algunas cosas que me hubiera gustado saber cuándo empecé.
1. Confía en ti, confía en tu proceso
Empezarás con ideas platónicas de lo que debería ser de maestra, pero pronto verás que el día a día te pide acción y eficacia. Al principio realizarás pruebas, pequeños experimentos: qué tipo de actividades funcionan, cómo gestionar el clima en el aula, cómo llegar a los alumnos… Tendrás la sensación de ir un poco a ciegas. Es normal. Forma parte del aprendizaje. Confía en ti, y también en el camino que estás construyendo.
2. Pide ayuda y comparte inquietudes
Habrá inquietudes que te harán bailar la cabeza una y otra vez. Ante esto, no te cierres. Habla con tus compañeros. Busca un momento con la directora, la jefa de estudios, el maestro de educación especial o quien te genere confianza. El claustro está lleno de personas con experiencia y formación diversa que pueden ayudarte a ver la situación desde otro punto de vista.
Y recuerda también a las familias: no son “al otro lado”. Muchas de ellas están dispuestas a colaborar para que su hijo o hija se sienta bien en la escuela y pueda crecer. Hablando desde la experiencia, te puedo asegurar que la intervención que puede realizar una familia puede cambiar el talante de todo el grupo.
3. No debe ser perfecto
En Internet abundan materiales preciosos y proyectos impecables. Pero el día a día real es otra cosa. No tiene tiempo para hacerlo todo ideal. Y no ocurre nada. El objetivo no es la perfección, sino la coherencia y el sentido educativo de lo que haces.
4. Lo más importante: que los niños estén bien y aprendan
Esto lo debes tener clarísimo: ¿qué es esencial? Para mí, es que los alumnos estén en un entorno de bienestar en la escuela y aprendan los contenidos básicos de su curso. A partir de ahí, establece prioridades en todo: en la programación de los saberes, en la elaboración de materiales, en la atención personalizada a los niños… Cuando tienes clara tu esencia como maestra, es más fácil filtrar lo que es realmente importante.
5. Cuídate
Necesitarás unas semanas para tomar el ritmo y probablemente dedicarás muchas horas fuera de horario. Pero pasado este primer mes, ponte límites. Organízate decidiendo hasta qué hora trabajas, qué días descansas, qué tipo de trabajo te llevas a casa y cuál no. Porque sí, tienes una vida fuera de la escuela y no debes pedir permiso ni perdón.
También, quiero contarte que te encontrarás con situaciones realmente complicadas que pondrán todo tu cuerpo en alerta. Después de estos días tan intensos, gestiona todo lo que ha pasado en ti y descansa. De verdad: cuídate.
Empezar no es fácil, pero tampoco estamos solos. Otros maestros han pasado por ahí, y muchos estamos dispuestos a compartir, escuchar y apoyar. Date tiempo. Date margen. Y recuerda que poco a poco irás encontrando tu propio estilo y tu propia voz.
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