Naturaleza vs Redes Sociales



Mirando atrás veo de forma muy clara que las redes sociales han marcado mi vida. En muchos momentos me han hecho sentir acompañada e inspirada. En parte, me han ayudado y servido de fuente de información. Internet y las redes sociales están bien.

Hace tiempo que algo me dice que, como es tan fácil como con cualquier otra cosa buena de la vida, estoy abusando de ello. Quizás debería sustituir el tiempo que paso en el móvil y en el ordenador por una actividad que me haga estar activa, conectada conmigo y mi entorno real. Porque, aparte de dedicarle mucho tiempo, me vierte una serie de conductas que no quiero para mí. En 2023 escribía en mi diario que las redes sociales:

  • disminuyen y contribuyen a mi ansiedad
  • idolatran la vida de otros y alimentan el consumismo, la insatisfacción constante
  • hacen que apreciar el momento presente sea difícil
  • mueven potentes flujos de influencias que moldean mis pensamientos, ideas y decisiones
  • generan adicción en la necesidad constante de entretenimiento

El contrapeso que pongo es pasar tiempo en la naturaleza.

Es curioso compartir momentos íntimos con la naturaleza. Como si tuviera una relación con ese lugar, ese árbol, ese río, ese pato. Son agradecidos y sólo piden a cambio algo de atención para abrirte la puerta a la belleza más íntima de la naturaleza.

Cuando estoy en la naturaleza pienso en el privilegio de que es hoy en día poder hacer cosas sin que nadie sepa, que no queden documentadas en fotos, vídeos y entradas en las redes sociales, que no espere una reacción de aprobación.


¿Quién eres cuando no hay nadie? ¿Qué haces cuando no hay nadie?


Como hace unos días he oído decir: tener privacidad, hoy es un lujo (Malama Life).


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El lado suave del mundo.

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