El amor es el común denominador de todos mis deseos. Y el amor romántico ocupa un buen sitio en mi corazón. Es un sentimiento natural, intrínseco en la esencia humana. Siendo un móvil de nuestras decisiones y comportamientos, nos llena nuestras vidas con lo mejor y lo peor a la vez. El amor quizá sea algo natural, pero lo relacionado con él no lo es tanto. Aprender a comunicarse, por ejemplo, resulta incómodo, nos lleva a hacer frente a problemas. Todo aprendizaje es un proceso individual y entre dos personas. Pienso que el amor es la energía que lo mueve todo y la pareja es el maestro de vida, porque nos hace ver partes de nosotros y nos hace trabajar para llevar a cabo un proyecto conjunto.
Entonces, la ilusión de un nuevo amor se enfrenta a unos miedos e inseguridades. La sensación nerviosa de conocer a alguien nuevo, la ansiedad de la que pensarán los demás de mí, la presión de cumplir las propias expectativas y las de otros, equivocarme, cegarme, depender, no ser suficiente, ser demasiado, las comparaciones, no conseguir sentirme cómodo y ser yo, no saber ligar… Y caer en la autocrítica y juzgar al otro con criterios poco fundados por autoprotegerme. Todo hace del amor un mundo que asusta y te preguntas si vale la pena.
ও Me pesa la falta de experiencia. No saber gestionar ciertas situaciones.
ও Me pesa la actitud juzgativa con él. Ser muy dura e imponer mi forma de ver las cosas.
ও Me pesa el pensamiento de nunca llegar a sentirme cómodo, tranquila, confiar en él.
ও Me pesa el miedo a que juegue conmigo.
ও Me pesa que conozca a alguien mejor y la prefiera antes que a mí.
ও Me pesa jugarme mi autoestima e ilusión.
ও Hago pesar la ilusión, la emoción inocente del amor.
ও Hago pesar el aprendizaje y experimentar cosas nuevas.
ও Hago pesar la dulzura del movimiento y energía femenina.
ও Hago pesar la atracción que siento hacia él.
ও Hago pesar la unión de mis potencialidades y las de él.
Algo dentro de mí me dice que sí, sin duda. Vale la pena. Y, no sé por qué, pero me guío por ese pensamiento sin cuestionarlo. Porque siempre, por mucho miedo que tenga, abrirse a la posibilidad de agradar a alguien es simplemente precioso. Porque vivir con la idea de que el amor está en todas partes y es siempre una posibilidad, es lo que decido elegir todos los días. Y si puedo dejar algo en este mundo antes de que me vaya, ojalá sea eso.
El lado suave del mundo.
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