La magia de revivir

Dicen que si no encuentras contentamente en la taza de café de la mañana, algo de tu vida no va bien.

Por pura inercia, como tanta otra gente, solía caer en la trampa de lo nuevo y lo que está de moda. A veces me preguntaba cómo podía ser que todo el mundo quería y pensaba lo mismo y tenía gustos e intereses muy similares. Qué hace que nos gusten unas cosas y no otras, me cuestionaba. Aunque todavía no he encontrado respuesta, y no sé si este fenómeno ocurría antes de que el mundo digital pasara a formar parte de nuestra cotidianidad, tengo la sospecha de que los algoritmos de internet y las redes sociales tienen una influencia importante.

Al iniciar el camino que me llevaría a interesarme por el desarrollo personal reconocía que no sabía quién era, qué me gustaba, qué quería por mi vida. Ahora que también lo veo en personas de mi entorno, no me extraña esa preocupación. Estamos expuestos constamente a abrumadores inputs y expectativas.

Me pregunto (preguntas inspiradas de Elizabeth Filips):

  1. ¿Qué cosas me hacen genuinamente feliz (cosas mías de verdad)?
  2. ¿Quién era antes de que el mundo entrara en mí?
“Los gatos han hecho lo que parecía imposible: se han integrado en el mundo moderno de la tecnología sin renunciar a ser ellos mismos”. — Jaron Lanier

Mi evolución personal me ha llevado a una etapa actual, diferente de las anteriores en cuanto a que, influenciada por el minimalismo y la vida lenta, a menudo me interesa más recuperar y volver a vivir y experimentar unas mismas cosas que vivir y experimentar nuevas.

Como el niño pequeño que mira una y otra vez el mismo cuento o el anciano que mira cada día las fotografías que narran su vida, recurro a las mismas canciones, series y películas, libros, recetas, lugares… de siempre. Hay algo precioso, casi espiritual, en revisitar las páginas de mis diarios personales, de escribir las mismas frases que me reconfortan, como una biblia, como un maestro eterno. Revisitar me recuerda quién soy y dónde voy, me hace valorar e interpretar lo que miro, encuentro paz y me cura la ansiedad de querer, querer y querer.

Volver a lo mismo, lo veo como un acto de amor, como una caricia de la abuela, como una buena comida casera, como el aroma de casa… Son cosas efímeras que, por su sencillez y cotidianidad, nos suelen dar muchas oportunidades para vivirlas y valorarlas.

“Stop and smell the flowers”.

La felicidad puede ser muchas cosas. También la forma el sentimiento de seguridad, de acogida, de reconfortamiento, de solidez, llamémosle como queráis, que nos dan las cosas de siempre.


El lado suave del mundo.

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